Archivo | junio 2020

El cajón cerrado

El cajón cerrado

 

Otra vez un cajón cerrado

envuelto en una bandera.

Otra vez sopa.

El teatro popular es una feria,

un puñado de gentes con harapos,

llorando su destino venenoso,

rogando por honor y por ventura,

su bruta pertenencia

mojada de sudor y de miserias.

Con lenguaje modesto,

el cutis arrugado,

en lágrimas estallan muchedumbres,

aguardando piadosas,

el boom de economías fracasadas.

Unidad de compuesta arquitectura

que el féretro masacra

con secretos a voces,

con mentiras gentilmente ilustradas.

¿De qué tamaño es el dolor de un pueblo

con las piernas atadas y el ánimo en el piso?

 

En estos tiempos incautados

por la alergia al trabajo y al esfuerzo,

con prósperas mansiones,

lujosos edificios y alta gama

de coches para ricos,

la tendencia es mirar cómo nos curten

con fraudes por tevé.

La propaganda

se ha vuelto Poderosa Caballera.

Tu amigo necesita un lavarropas.

Tu padre no ha alcanzado a pensionarse.

Tus hijos no reclaman tu presencia

sino el móvil que adorna una vidriera.

Y si estás en pareja te perturban:

el alquiler, la ropa, la despensa

y el diagrama del plan para los viejos,

los pobres olvidados de esta saga.

Podrás hablar de sexo o practicarlo

con un vecino adúltero,

seas hombre o mujer, les da lo mismo.

Tu Libertad de herencia de motines

por talas pornográficas

afloja y se achicharra.

El peso de una cárcel que vigila

con grillos y grilletes

tu optimismo,

podrás soltarlo cuando un gol de Messi,

le permita comprar un pie de oro,

al hijo de mil putas que te engaña.

 

 

 

 

 

Drawing (4)

LAS PENAS SON DE NOSOTROS

A principios del año 2000 escribí muchos poemas que se perdieron en un foro que fue hackeado por un coadministrador a quien delegué la tarea (elforo.de/lufolino).
Poemas que publicaba en distintas páginas web (calamaro, jsabina, rot, krahe, carbonell, etc).
Conseguí recuperar algunos y reconstruí el foro pero años después el servidor se cerró. Los tengo guardados en CD de pc, y necesitaría recuperarlos con una tecnología que ya no se utiliza. Algunos pocos sobrevivieron en mi primer blog: Premio Consuelo. Ese blog también fue hackeado por alguien que dejó su mail -no sé si adrede- y que fue denunciado por la empresa.
Blogspot (amo a Bill Gates por eso) me lo devolvió sin los numerosos y ricos comentarios que tenía. Hice uno nuevo Premio para Lucía (hoy cerrado al público) y años más tarde publiqué varios de esos poemas en sucesivos libros.
Muchos los compartí en Vida y obra de un fantasma emparedado (blog de la comunidad de Clarín, empresa que horrorizada por el éxito de los usuarios, y temerosa de perder público cambió su nombre a Blogs de la gente y terminó cerrando el espacio).
Antes que ellos, el diario El País permitió blogs a usuarios. Allí conocí a muchos de los amigos y amigas que hoy me acompañan. El blog se denominaba Enfundá la mandolina (nombre que reviví en homenaje en uno de mis libros). Llegó a tener un page rank de 7/10 (la web de Clarín tenía 8/10 y el diario El País era el único con 9/10, en tanto que los blogs de los autores más reconocidos y notables escritores del diario, que tiempo después serían mis contactos, llegaban a 7/10 ). Eso generó mucho revuelo, bastante envidia de algunos argentinos radicados en Madrid y que trataron de hacer sus propias olas de blogs para evitar que el mío siempre estuviera primero en la lista temática. Esto también pasó:
El grupo Prisa, nos notificó que lo publicado no solo perdería los derechos de autor, sino que la autoría pasaría a ser de ellos. La mayoría de los com-bloggers cerró sus páginas, algunos pocos aguantamos hasta que La comunidad de El País clausuró definitivamente ese espacio de libertad creativa.
Después vino Facebook con la promesa de que no cobraría nunca (¿será como la garantía de 104 años que prometía Magiclick?). Los que usaban nicks, reacios a dar su identidad por temor a ser descubiertos por los servicios de turno, no solo la dieron sino que subieron fotos gozosamente, y ahora comparten su obra sin pensar siquiera en los derechos de autor, porque ahora saben que las entidades que los controlan son políticas y manipulan el dinero que cobran para unos pocos que siempre -oh casualidad- están en la lista de amiguetes del mismo poder que gobierna la globalidad.

La necesidad nos llevó por caminos espurios de autoedición para reinventarnos, las tertulias se multiplicaron por miles en menos de quince años, y hoy tenemos radios, zoom, youtube, soundcloud, gente que lee poesía, relatos y obras en todas partes. Este es un gran premio de las redes sociales, aunque nos siga sorprendiendo el nivel de cinismo con el que los poderosos manipuladores quieren silenciar nuestras voces (esta pandemia con cuarentena arbitraria lo explicita mejor que cualquier discurso)

A lo que venía:
Voy a compartir un poema -corregido y aumentado por la experiencia- de aquellos primeros años, escrito con tópicos y lugares comunes. Muchos lo hicieron después -probablemente antes también- pero no importa, porque las palabras existen desde el comienzo de la humanidad y siempre comunican cosas similares y distintas.

Las penas son de nosotros

Tener éxito consiste en ser feliz (menudo aforismo)

¿Cómo se hace?
¿Sánchez, no te enganches?
¿Vemos, dijo Lemos?
A otra cosa, mariposa.
Vayamos perdiendo las esperanzas.
No hay que dar por el pito
más de lo que el pito vale.
Cada día somos menos.
Menos que menos.
Cada uno va a su bola.
Esto está lleno de gente
que no quisiéramos tener de compañía.
Hablar delante de ellos es exponerse
al ridículo,
al plagio,
a la desesperación.
Las vaquitas son ajenas.
No debemos hacerlo, no se debe,
pero aún queda un ascua que enciende.
A un asombro
endiablado en la oscuridad,
buena sombra lo cobija.
Soplar y hacer botella.
Sola mente miente.
La necedad de ciertos intelectuales
es penosa,
morbosamente indecorosa.
Ahoga nuestros sentidos la injuria
de perecer
y desaparecer.
La vida misma.

Lu

Perdón por la longitud del comentario.
“Había que decirlo, y se dijo”.

no es breve

Lo que mis libros cuestan

Esperando que el César y Dios me den su aprobación, aproveché para poetizar un reciente comentario en el muro de Facebook: Está tratando de aprender a escribir leyendo una novela de Aira, que le costó mil mangos ($1.000) y tiene solo 165 páginas.

 

Lo que mis libros cuestan.
Aira es aire.
Mis libros cuestan $ 600.
Cetrerías, el último, tien´ 129 páginas.
Pero atención:
No se llenan todos los renglones y hay bastante espacio en blanco.
La tapa fue diseñada por mí
y los poemas son el lado B de mis anteriores experiencias.
600 pesos me parece una verdadera estafa. Con eso se compran 2 kilos de carré de cerdo y comen de 6 a 8 personas.
Sin embargo,
no tengo dudas de que quien lo lee
sale peor que antes,
entre mareado y ofuscado,
porque su cabeza va a estallar
en miles de fragmentos

tratando de interpretar
el hilo conductor que se desgrana.
foto intervenida

 

 

SEAT 600

SEAT 600

En Argentina se conoció como FIAT 600.
Fue mi primer y único automóvil.
Gris perla.
Flojo de papeles.
Nunca me empeñé en aprender a conducir,
ahora me arrepiento, obvio.
Los de mi generación, muchos ya abuelos,
empezaron su vida motorizada con este coche.

Hastiada de la poesía culta y abstracta de los gorilas
y malvados capitalistas,
decidí que era mejor defender a los pobres

viajando en colectivo
que conquistarles el corazón con libros de malos poemas
sobre sus manteles de hule, sifones de vidrio
y la falsa esperanza de un futuro más justo.

Los voceros de la poesía social de la liberación
hoy son funcionarios.
Conducen autos alemanes,
tienen despachos en las principales ciudades del planeta,
vuelan en primera,
cobran sus premios en monedas fuertes,
y siguen escribiendo desde el iphone,
y sus laptops con señales que llegan a la luna,
que el comunismo es el único modo
de salvarte.

Tenían toda la razón de mundo.

En mi próxima vida seré una poeta de la experiencia.

 

 

fiat

El gorrión entumecido

Apenas un gorrión entumecido

que gime cuando canta,

hace tiempo hube echado en el olvido.

Mas luego su figura se agiganta

volcán en erupción, violín lucido.

El pájaro resiste la tormenta

en el destierro.

El modus operandi:

la boca saciada por polvorienta

tristeza, recupera audaz el porte neto

en un velo de tul,

que encubre a las estrellas como un reto

de volver a forjar nido, y alienta,

dolido cuerpo gris del  esqueleto,

la esperanza que inventa

de andar de rama en rama espeluznante,

en llamas de colores,

paleta en cielo azul,

movido en mi oración de artista errante.

¿Sabe el gorrión que sufre por su amante

que no hay felicidad sin resplandores?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Del Libro Cruzamientos y Aspavientos

 

 

 

 

Cambio de nombre – 2020

Hoy cambio el nombre de mi blog:


Abandono el DOLOR DE GARGANTA, que nació de modo experimental y fue ampliando el círculo de contactos y de afectos. Es mejor andar por la vida a cara descubierta.

 


La dictadura del barbijo me recordaba a la del tuareg y me provocaba -sin perjuicio de que «nos estaban cuidando» una sensación de angustia ante modelos fascistas que restringen las libertades individuales.


Soy Lucía Angélica Folino, para mis queridos contactos de WordPress:

 

Lu.