Mi sueño es conocerte y abrazarte,
mi mayor pesadilla es olvidarte
y que vuelvas a ser como un extraño
caballero de la noche,
una insania
del alma que se atasca con las redes
del presente y futuro de los años.
Habitas en mi mente, prisionera de guerra,
cavilante,
que acepta consecuencias,
se perturba.
Nada sucede lejos de tu tierra.
Cansada de visiones de blancura,
cuando emprendo mi viaje hasta tu altura
y envío cartas que tú nunca recibes,
me engaño que andarás desconcertado.
He de admitir la huella del Maligno,
que atraviesa los campos de la Muerte.
Te respiro en plural con mi alma en vilo;
primordial hacedor de la Poesía,
auténtica linterna contra el muro.
Enfrentando tu música y tus vicios
adquiero el sabio oficio.
Desperdicio
las horas en que nada ha de cambiar.
Mi amor se desvanece y apresura,
revive,
se resigna,
se idiotiza,
desde el más fiero antojo se hace fuerte.
Te enseñaré a anhelar mis despedidas
igual que a un caballito de juguete
ignorado en la caja de los niños,
cuando traspone el arte y sus cenizas.